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El impacto del estrés y la ansiedad en el síndrome de intestino irritable

El sistema digestivo no sólo procesa lo que comemos, también responde a lo que sentimos. Cada vez más estudios confirman que existe una conexión directa entre el cerebro y el intestino, conocida como el eje intestino-cerebro, y que desequilibrios emocionales como el estrés, la ansiedad o la depresión pueden desencadenar o agravar trastornos gastrointestinales, siendo el síndrome de intestino irritable (SII) uno de los más comunes.

¿Qué es el síndrome de intestino irritable (SII)?

El SII es un trastorno funcional digestivo que afecta al intestino grueso. Se manifiesta con dolor abdominal, distensión, gases, y alteraciones en el ritmo intestinal como diarrea, estreñimiento o ambos. A diferencia de otras enfermedades gastrointestinales, el SII no causa daño estructural visible en el intestino, pero sí genera un gran impacto en la calidad de vida de quienes lo padecen.

El papel del estrés y las emociones

Los estudios demuestran que los trastornos del ánimo y del sistema nervioso central afectan el funcionamiento del intestino. Esto se debe a que el sistema nervioso entérico (la «segunda mente» ubicada en el aparato digestivo) se comunica constantemente con el cerebro. Cuando una persona vive bajo un estrés constante, se liberan hormonas como el cortisol, que alteran la motilidad intestinal, aumentan la sensibilidad al dolor y modifican el equilibrio de la microbiota.

De hecho, la ansiedad y la depresión se observan en una proporción elevada de personas con SII. Investigaciones señalan que hasta el 60% de los pacientes con SII presentan algún tipo de trastorno psicológico, lo que confirma la necesidad de abordar el tratamiento desde un enfoque integral que incluya la salud mental.

Una visión integral para el tratamiento

Aunque el SII no tiene cura definitiva, existen tratamientos que mejoran significativamente los síntomas. El abordaje debe ser multidisciplinario: alimentación equilibrada, ejercicio físico, probióticos, manejo del estrés a través de técnicas de relajación, terapia psicológica y, en algunos casos, medicación específica.

La terapia cognitivo-conductual, el mindfulness, e incluso el uso de antidepresivos a bajas dosis, han demostrado eficacia en la mejora de los síntomas gastrointestinales al reducir la hiperactividad del eje intestino-cerebro.

Una recomendación desde la farmacia digestiva

Además de los cambios en el estilo de vida y el acompañamiento psicológico, existen complementos farmacéuticos que pueden apoyar al tratamiento del SII. En Paraguay, Éticos cuenta con formulaciones específicas que pueden ser de utilidad en el manejo integral de los síntomas:

  • Plavilen Plus: una opción recomendada para aliviar cólicos, espasmos y dolores abdominales gracias a su acción antiespasmódica y antiflatulenta.
  • Multiprob AB Balance: probiótico con cepas seleccionadas que ayudan a restaurar el equilibrio de la microbiota intestinal, frecuentemente alterado en personas con SII.
  • Gastop: indicado para aliviar la acidez, distensión abdominal y digestión pesada, síntomas comunes en el marco del SII.

Antes de iniciar cualquier suplementación o tratamiento, se recomienda conversar con el médico especialista o gastroenterólogo para que evalúe la opción más adecuada según las características de cada paciente.

Fuentes:

  • Ford, A. C., Lacy, B. E., & Talley, N. J. (2017). Irritable bowel syndrome. BMJ, 356, j561.
  • Mayer, E. A. (2011). Gut feelings: the emerging biology of gut–brain communication. Nature Reviews Neuroscience, 12(8), 453–466.
  • Choung, R. S., & Locke, G. R. (2011). Epidemiology of IBS. Gastroenterology Clinics, 40(1), 1–10.
  • Fond, G., Loundou, A., Hamdani, N., et al. (2014). Anxiety and depression comorbidities in irritable bowel syndrome (IBS): a systematic review and meta-analysis. European Archives of Psychiatry and Clinical Neuroscience, 264(8), 651–660.

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