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Presión alta y estrés: una combinación peligrosa para el corazón

El estrés constante puede elevar tu presión arterial sin que lo notes. Aprendé cómo controlarla y cuidar tu corazón.

La conexión entre el estrés y la presión arterial

El estrés es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones de desafío, peligro o presión emocional. En pequeñas dosis, puede ser útil para mantenernos alertas y concentrados. Pero cuando se vuelve crónico, sus efectos sobre el organismo son profundamente negativos, especialmente sobre el sistema cardiovascular.

Cada vez que una persona se enfrenta a una situación estresante, el cuerpo libera adrenalina y cortisol, hormonas que preparan al organismo para reaccionar. Estas sustancias aumentan la frecuencia cardíaca, la contracción de los vasos sanguíneos y la presión arterial. Si esta reacción se repite de manera constante, el sistema vascular permanece en un estado de alerta permanente, lo que puede dañar las arterias y aumentar el riesgo de hipertensión arterial sostenida.

Con el tiempo, el estrés sin control favorece la inflamación, el aumento de la glucosa en sangre, la retención de sodio y la rigidez arterial. Todos estos factores contribuyen al desarrollo de enfermedades cardiovasculares, como infarto de miocardio, accidente cerebrovascular (ACV) y enfermedad coronaria.

Hipertensión: un enemigo silencioso

La presión alta es una de las condiciones más frecuentes y subdiagnosticadas en el mundo. De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 40 % de los adultos mayores de 25 años tiene hipertensión, pero solo la mitad lo sabe. En Paraguay, las estadísticas del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPBS) revelan que 1 de cada 3 adultos presenta valores de presión por encima de los niveles recomendados (140/90 mm Hg).

Lo preocupante es que la hipertensión muchas veces no da síntomas. Puede avanzar silenciosamente durante años hasta producir daños irreversibles en el corazón, los riñones, el cerebro o los ojos. De allí la importancia de controles médicos regulares, especialmente en personas con antecedentes familiares, sobrepeso, estrés laboral o hábitos poco saludables.

Cómo el estrés influye en la presión

Diversos estudios han demostrado que el estrés emocional y laboral es un factor de riesgo independiente para la hipertensión. Situaciones cotidianas como la sobrecarga de trabajo, los problemas financieros o la falta de descanso pueden elevar temporalmente la presión arterial. Si estos episodios se repiten con frecuencia, el cuerpo deja de recuperar su estado normal y la presión alta se vuelve permanente.

Además, las personas bajo estrés tienden a adoptar comportamientos poco saludables: comer en exceso, fumar, consumir alcohol, dormir mal o abandonar la actividad física. Estos hábitos potencian el efecto del estrés sobre el sistema cardiovascular y agravan el cuadro hipertensivo.

Estrategias efectivas para controlar el estrés y cuidar el corazón

El tratamiento de la hipertensión debe abordarse desde una visión integral, combinando el control médico con cambios en el estilo de vida. Algunas recomendaciones clave son:

  • Practicar técnicas de relajación: yoga, meditación, respiración consciente o mindfulness reducen los niveles de cortisol y mejoran la estabilidad emocional.
  • Realizar actividad física regular: caminar, nadar o andar en bicicleta al menos 30 minutos al día mejora la función cardíaca y ayuda a mantener un peso saludable.
  • Adoptar una alimentación equilibrada: seguir el modelo DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension), que prioriza frutas, verduras, cereales integrales y limita el sodio.
  • Reducir el consumo de sal: optar por hierbas y especias para condimentar los alimentos.
  • Controlar el consumo de café, alcohol y tabaco: sustancias que pueden aumentar la presión arterial.
  • Descansar lo suficiente: dormir entre 7 y 8 horas por noche favorece la recuperación del sistema nervioso.
  • Buscar apoyo emocional: la psicoterapia o el acompañamiento profesional ayudan a manejar las emociones y prevenir el estrés acumulativo.
  • Monitorear la presión regularmente: el control periódico permite detectar a tiempo cualquier alteración y ajustar el tratamiento según necesidad médica.
El rol del médico y la importancia de la adherencia al tratamiento

El seguimiento médico es fundamental en el manejo de la hipertensión. No basta con controlar el estrés: es necesario evaluar la función cardiovascular, ajustar la medicación y promover la adherencia terapéutica. En muchos casos, el éxito del tratamiento depende del compromiso del paciente con su médico y con su estilo de vida.

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Fuentes:

  • Organización Mundial de la Salud (OMS). Hipertensión: datos y estadísticas mundiales (2023).
  • American Heart Association (AHA). Stress and High Blood Pressure: What’s the Connection? (2024).
  • Mayo Clinic. Estrés y presión arterial: cómo se relacionan y qué podés hacer al respecto (2024).
  • Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPBS) Paraguay. Informe sobre factores de riesgo cardiovascular en la población adulta (2023).
  • Sociedad Paraguaya de Cardiología. Guías de manejo de la hipertensión arterial 2024.

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