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Hígado graso no alcohólico: la enfermedad silenciosa del metabolismo moderno

El hígado graso no alcohólico (HGNA) es hoy una de las enfermedades hepáticas más comunes del mundo, y se la considera la manifestación hepática del síndrome metabólico. Afecta a uno de cada cuatro adultos y a un número creciente de adolescentes y jóvenes, impulsada por los hábitos alimentarios poco saludables, el sedentarismo y el exceso de peso.

En Paraguay, los especialistas advierten que los casos de hígado graso se multiplicaron en la última década, en paralelo con el aumento del sobrepeso, la obesidad y la diabetes tipo 2. Esta tendencia refleja un fenómeno global: la transición hacia una dieta rica en ultraprocesados, grasas saturadas y azúcares simples, combinada con la falta de actividad física y los horarios irregulares de alimentación.

El HGNA ocurre cuando el hígado acumula más del 5% de grasa en su estructura sin que exista consumo importante de alcohol. Al principio, este exceso de grasa no genera síntomas, pero con el tiempo puede provocar inflamación hepática (esteatohepatitis no alcohólica), fibrosis e incluso cirrosis, aumentando el riesgo de cáncer de hígado y complicaciones cardiovasculares.

Por qué se produce el hígado graso

El hígado es un órgano clave en el metabolismo: procesa nutrientes, produce energía y depura toxinas. Cuando la dieta es rica en azúcares refinados, harinas blancas y grasas trans, y el cuerpo recibe más energía de la que necesita, ese exceso se convierte en triglicéridos que se almacenan en el hígado.

Este proceso se agrava si hay resistencia a la insulina, condición frecuente en personas con sobrepeso o diabetes tipo 2. El organismo no logra usar correctamente la glucosa, lo que obliga al páncreas a producir más insulina, favoreciendo el depósito de grasa en el hígado y en otros órganos.

También influyen factores genéticos, hormonales (como el hipotiroidismo o el síndrome de ovario poliquístico) y ciertos medicamentos, aunque el estilo de vida es el determinante principal.

Señales de alerta y diagnóstico

El gran desafío del hígado graso no alcohólico es su carácter silencioso. En la mayoría de los casos, el paciente no presenta síntomas específicos. Algunas personas pueden notar cansancio persistente, malestar abdominal, digestiones lentas o pesadez, pero son señales inespecíficas.

El diagnóstico suele realizarse por casualidad, al detectar alteraciones en las enzimas hepáticas (GOT, GPT o GGT) en un análisis de sangre o mediante ecografía abdominal, que permite observar el aumento de la grasa hepática. En casos más avanzados, se recurre a estudios de imagen más precisos (elastografía, resonancia) o a la biopsia hepática para evaluar el grado de daño.

La buena noticia es que el hígado tiene una enorme capacidad de regeneración, y el HGNA puede revertirse si se detecta a tiempo. El tratamiento se basa en un abordaje integral que combine alimentación saludable, ejercicio regular y control metabólico.

  1. Alimentación protectora del hígado
  • Seguir un patrón alimentario de tipo mediterráneo, con abundancia de frutas, verduras, legumbres, granos integrales, pescado, aceite de oliva y frutos secos.
  • Reducir al mínimo los azúcares añadidos, bebidas gaseosas, harinas refinadas y grasas trans.
  • Priorizar proteínas magras (pollo, pescado, legumbres) y limitar el consumo de carnes rojas.
  • Evitar los ayunos prolongados o las dietas extremas, que pueden empeorar el metabolismo hepático.
  • Mantener una hidratación adecuada y evitar el consumo excesivo de alcohol.
  1. Actividad física constante

El ejercicio mejora la sensibilidad a la insulina y ayuda a eliminar la grasa acumulada. Se recomienda realizar al menos 150 minutos semanales de actividad aeróbica moderada, como caminar, nadar o andar en bicicleta, complementados con ejercicios de fuerza o resistencia.

  1. Control médico y manejo metabólico

El seguimiento con el médico es fundamental para controlar peso, glucosa, colesterol y triglicéridos. En algunos casos se indican suplementos antioxidantes, vitaminas del complejo B o compuestos que mejoran la función hepática, siempre bajo supervisión profesional.

Un problema de salud pública en crecimiento

Los especialistas consideran al hígado graso no alcohólico como una epidemia silenciosa del siglo XXI, estrechamente vinculada con la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Si no se interviene a tiempo, puede tener consecuencias graves no solo para el hígado, sino para todo el sistema metabólico.

Por eso, la educación nutricional, el control médico periódico y las políticas de promoción de hábitos saludables son esenciales para revertir esta tendencia. Incluir la evaluación hepática en los chequeos anuales puede marcar la diferencia entre la prevención y el daño irreversible.

Fuentes:

  • Organización Mundial de la Salud (OMS). Nonalcoholic fatty liver disease: global burden and public health implications.
  • Mayo Clinic. Nonalcoholic fatty liver disease: symptoms and causes.
  • National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases (NIDDK, EE.UU.). Nonalcoholic Fatty Liver Disease & NASH.
  • Harvard Health Publishing. The silent epidemic of fatty liver disease.
  • Sociedad Paraguaya de Gastroenterología y Endoscopía Digestiva (SPGED). Guías para el diagnóstico y tratamiento del hígado graso no alcohólico en Paraguay.
  • European Association for the Study of the Liver (EASL). Clinical Practice Guidelines for Nonalcoholic Fatty Liver Disease (2024).

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